lunes, 12 de mayo de 2008

Cambios II

(continuación del minirrelato "Cambios". Ver post anterior)

Lo olió mientras bebía del agua fresca que manaba de aquel ocasional y esporádico arroyuelo.

Aquella fría mañana se despertó con un presentimiento extraño. No sabía exactamente el qué, pero cuando captó su olor supo que no se trataba del típico explorador-transeúnte que se adentraba demasiado en su territorio una o dos veces al año.

Alzó la cabeza rápidamente para otear. No con el fin de averiguar la posición exacta del humano que desprendía tan singular aroma y, así, poder vigilarlo agazapadamente durante el tiempo necesario hasta que se fuera. En este caso, la curiosidad lo arrastraba inevitablemente a investigar quién era, cómo era, por qué desprendía aquel extraño y, al mismo tiempo, (conocido) atractivo olor.

Y cuando por fin consiguió localizarlo, a menos de 200 metros de distancia, no hizo esfuerzo alguno por ocultarse, quedándose ensimismado durante el proceso de análisis de aquel intruso; cosa que nunca antes le había ocurrido en todos aquellos años viviendo a las faldas de los volcanes.

Tan sólo unos instantes fueron suficientes para que el “cazador” se percatara de ello, levantara el amenazador instrumento que portaba, apuntara hacia él y disparara.

Y el ágil ermitaño cayó de bruces al suelo.



No hubo ruido ensordecedor como tampoco sintió el desgarrador empuje del impacto de una bala en su cuerpo. Sensación que, por cierto, conocía muy bien de muchos años atrás, la cual no pudo evitar evocar en aquellos instantes.

Simplemente, el gesto repentino de aquel hombre lo había sacado de su trance y asustado lo bastante como para que sus infatigables pies erraran por primera vez, resbalando en la losa volcánica sobre la que estaban apoyados, haciéndole caer mientras oía un “clic” lejano, procedente de la dirección de aquella enigmática persona.

Para cuando hubo recuperado el aliento y miró, esta vez poco a poco y de la forma más cuidadosa y discreta posible, ya no había nadie. Ni figura humana, ni olor. Pero sabía, sin lugar a dudas, que algo había cambiado. Y que a partir de ese momento, en su historia, su vida también cambiaría.

Y presentía que no iba a ser para bien...

CONTINUARÁ...


Cestomano 2008

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